¿Navidades eran las de antes?
La casa de los abuelos era el centro de reunión. Si estaba lindo en el patio, sino en el comedor. Con mi hermana llegábamos temprano, para calmar la ansiedad y “ayudar” a la abuela. De a poco la casa se iba llenando. Éramos más de treinta personas: los tíos y primos que venían desde la costa, los tíos abuelos y primos segundos que veíamos una vez por año, la bisabuela… no faltaba nadie. Muchos personajes:
La tía Tona que ante la pregunta de cómo andas te respondía con su vozarrón: “Para la mierda” y una que sólo había preguntado por preguntar, como para charlar de algo, no sabía dónde meterse.
La tía chichita que no paraba de hablar un segundo con su voz de pito y siempre estaba parada en el medio del paso
Doña Paulina que era sorda, viejita pero no paraba de comer.
Los abuelos que eran los anfitriones y organizadores, no se les escapaba detalle
El marido de Roxana al que bautizamos “Gitano” por todos los “oros” que tenía colgando.
Y así podríamos seguir describiendo a cada uno de los invitados.
Hacía un tiempo que en navidad se comían diferentes tipos de sándwiches, la abuela se había sumado a la moda autoservicio. Lo mejor era cuando en la mesa se empezaban a servir las garrapiñadas (que especialmente compraba la abuela para mí), las avellanas y turrones… eso avisaba que la hora de abrir regalos se acercaba.
Creo que nunca preguntamos la hora tantas veces como los 24. Las primas segundas nos tenían mirando el cielo para ver llegar el helicóptero de Papá Noel al hipódromo, (verán que la versión navideña de mi familia era muy moderna, nada de renos ni chimeneas).
En eso alguien empezaba a gritar desaforado para que salgamos a la puerta a recibir a Papá Noel. Allá venía caminando a media cuadra, haciendo sonar una campana y cargando una bolsa de regalos enorme. A veces eran más bolsas y mi tía siempre estaba ahí para ayudarlo. Su Jo! Jo! Jo! emocionaba. Mis primos más chicos se asustaban y no paraban de llorar. A mí siempre me ponía nerviosa cuando se acercaba.
Papá Noel se sentaba en una punta para que todos pudiéramos verlo. La tía le iba pasando los regalos y él llamaba al que le tocaba. Nunca me voy a olvidar el día que mi hermana se peleó con él porque ya habían pasado más de 20 minutos de repartija de regalos y a ella no le había tocado ninguno. O el día que Papá Noel le dijo a mi primo que él habría querido traerle una bicicleta, pero que se había portado muy mal con la perra y entonces se había arrepentido, tenían que ver como se le fue la sonrisa al nene.
A nosotras ( mi hermana , mi prima y yo)algunos de regalos nos tocaban en diferentes colores. Lo mismo les pasaba a los varones
¡Qué lindo que era abrir los paquetitos! Desde que Papa Noel se iba hasta el 25 a la tarde no se hablaba de otra cosa que no fueran los regalos, al menos los chicos. Los grandes siempre terminaban a los gritos peleando por política.
Un día me pareció muy rara la navidad, Papá Noel y los regalos. Papá Noel se parecía mucho a mi tío, que justo no aparecía por ningún lado. Al rato me lo crucé en la cocina y sin dudar le pregunté:
_Tío ¿Vos sos Papá Noel?
_ No sé, preguntale a tu mamá
¡Qué desilusión! A partir de ahí la magia de la navidad se fue empezando a perder. Y cada vez más. Hoy no nos juntamos todos en lo de mis abuelos, incluso la casa está abandonada. Hoy ni mi mamá ni mi tío se disfrazan de Papá Noel, estamos todos muy grandes como para eso. Ya nadie viaja desde la costa para pasarla todos juntos. Nosotros nos juntamos con los amigos de mis viejos y sus hijos. Los regalos los abrimos a la tardecita, antes de ir a la cena.
Sin embargo, estoy muy contenta de festejar navidad con mis papás, con mi hermana, con regalarnos algo todos, con esperar que lleguen las 12 para brindar todos juntos. Y sobre todo estoy muy agradecida por disfrutar el recuerdo de tan lindas navidades, por recordar con cuánto amor nos agasajaban mis viejos, mis tíos y mis abuelos.
Navidades no eran sólo las de antes. Esta y cada una de las que vengan serán especiales, por diferentes motivos. La tristeza no tiene cabida, aunque por ahí si la nostalgia de costumbres que se transforman y de personas que están de otra manera con nosotros.
Pd: Quiero desearles a todos una Feliz Navidad
y muchas Noches Buenas!!!!!!!!!!!!
La tía Tona que ante la pregunta de cómo andas te respondía con su vozarrón: “Para la mierda” y una que sólo había preguntado por preguntar, como para charlar de algo, no sabía dónde meterse.
La tía chichita que no paraba de hablar un segundo con su voz de pito y siempre estaba parada en el medio del paso
Doña Paulina que era sorda, viejita pero no paraba de comer.
Los abuelos que eran los anfitriones y organizadores, no se les escapaba detalle
El marido de Roxana al que bautizamos “Gitano” por todos los “oros” que tenía colgando.
Y así podríamos seguir describiendo a cada uno de los invitados.
Hacía un tiempo que en navidad se comían diferentes tipos de sándwiches, la abuela se había sumado a la moda autoservicio. Lo mejor era cuando en la mesa se empezaban a servir las garrapiñadas (que especialmente compraba la abuela para mí), las avellanas y turrones… eso avisaba que la hora de abrir regalos se acercaba.
Creo que nunca preguntamos la hora tantas veces como los 24. Las primas segundas nos tenían mirando el cielo para ver llegar el helicóptero de Papá Noel al hipódromo, (verán que la versión navideña de mi familia era muy moderna, nada de renos ni chimeneas).
En eso alguien empezaba a gritar desaforado para que salgamos a la puerta a recibir a Papá Noel. Allá venía caminando a media cuadra, haciendo sonar una campana y cargando una bolsa de regalos enorme. A veces eran más bolsas y mi tía siempre estaba ahí para ayudarlo. Su Jo! Jo! Jo! emocionaba. Mis primos más chicos se asustaban y no paraban de llorar. A mí siempre me ponía nerviosa cuando se acercaba.
Papá Noel se sentaba en una punta para que todos pudiéramos verlo. La tía le iba pasando los regalos y él llamaba al que le tocaba. Nunca me voy a olvidar el día que mi hermana se peleó con él porque ya habían pasado más de 20 minutos de repartija de regalos y a ella no le había tocado ninguno. O el día que Papá Noel le dijo a mi primo que él habría querido traerle una bicicleta, pero que se había portado muy mal con la perra y entonces se había arrepentido, tenían que ver como se le fue la sonrisa al nene.
A nosotras ( mi hermana , mi prima y yo)algunos de regalos nos tocaban en diferentes colores. Lo mismo les pasaba a los varones
¡Qué lindo que era abrir los paquetitos! Desde que Papa Noel se iba hasta el 25 a la tarde no se hablaba de otra cosa que no fueran los regalos, al menos los chicos. Los grandes siempre terminaban a los gritos peleando por política.
Un día me pareció muy rara la navidad, Papá Noel y los regalos. Papá Noel se parecía mucho a mi tío, que justo no aparecía por ningún lado. Al rato me lo crucé en la cocina y sin dudar le pregunté:
_Tío ¿Vos sos Papá Noel?
_ No sé, preguntale a tu mamá
¡Qué desilusión! A partir de ahí la magia de la navidad se fue empezando a perder. Y cada vez más. Hoy no nos juntamos todos en lo de mis abuelos, incluso la casa está abandonada. Hoy ni mi mamá ni mi tío se disfrazan de Papá Noel, estamos todos muy grandes como para eso. Ya nadie viaja desde la costa para pasarla todos juntos. Nosotros nos juntamos con los amigos de mis viejos y sus hijos. Los regalos los abrimos a la tardecita, antes de ir a la cena.
Sin embargo, estoy muy contenta de festejar navidad con mis papás, con mi hermana, con regalarnos algo todos, con esperar que lleguen las 12 para brindar todos juntos. Y sobre todo estoy muy agradecida por disfrutar el recuerdo de tan lindas navidades, por recordar con cuánto amor nos agasajaban mis viejos, mis tíos y mis abuelos.
Navidades no eran sólo las de antes. Esta y cada una de las que vengan serán especiales, por diferentes motivos. La tristeza no tiene cabida, aunque por ahí si la nostalgia de costumbres que se transforman y de personas que están de otra manera con nosotros.
Pd: Quiero desearles a todos una Feliz Navidad
y muchas Noches Buenas!!!!!!!!!!!!