22 febrero 2007

¿Rutina?


Rutina. Salí de trabajar y caminé hasta el calor del subte. Cinco estaciones bajo tierra. La parada del colectivo. Mucha gente esperando ese mismo colectivo. La chica vendiendo los boletos en la fila. Mis monedas jugando a las escondidas en mi cartera. Ruido. Cansancio. Espera. Rutina.
La Plata por autopista 13 y 32. "¡Hay asientos!"grita el chofer. Milagro, pienso yo. Camino por el pasillo a la vez que busco mi asiento. Del lado del conductor al fondo, como siempre.
"¿Te molesto?" le pregunte al chico de camisa blanca para que saque su portafolios. Me senté. Saqué el libro de mi cartera y me puse a leer. Mi compañero de viaje también leía.
Subimos a la autopista y se apagaron las luces. Me apené. Pensé que ese momento de lectura compartido había terminado. Él ofreció prender las lucecitas tenues de nuestros asientos. El ruido de la capital había quedado atrás. Las gotitas repicaban en el techo. Las luces se confundían con las de la ruta. Nuestros brazos se rozaban ¿Sin querer? Cambiábamos de página a la par. Lo miraba de reojo. Me intrigaba su lectura. Fantaseaba.
Su brazo derecho pegado a mi izquierdo. Las luces amarillas. La lluvia. El ritmo de nuestras lecturas. Su camisa blanca. Sus manos grandes. Mis fantasías. Ese clima…No, eso no es rutina.