Paradoja
Recién nos habíamos conocido. Y ahí estábamos los cuatro en el bar, charlando. Las cervezas eran las compañeras de la noche. Uno de ellos contó una anécdota y la remató con una frase que aún suena en mi cabeza: “Mi lado femenino, es mi peor parte”.
Su lado femenino era la histeria, la pura histeria. Algo que aparentemente había sufrido, pero finalmente adoptado.
Me sacudió. No dije nada. Pensé: ¿Y mi lado masculino? Si, ahí está. También copié esas cosas que me lastimaron. Las veo y las uso. Las aplico con la misma especie de las que las tomé. Legitimo eso que critico, que me lastima. Reproduzco aquello de lo que me quejo.
Estrategia de supervivencia. Extraño mecanismo de defensa ¿o ataque? ¿Filosofía de vida? ¿Venganza?
Su lado femenino era la histeria, la pura histeria. Algo que aparentemente había sufrido, pero finalmente adoptado.
Me sacudió. No dije nada. Pensé: ¿Y mi lado masculino? Si, ahí está. También copié esas cosas que me lastimaron. Las veo y las uso. Las aplico con la misma especie de las que las tomé. Legitimo eso que critico, que me lastima. Reproduzco aquello de lo que me quejo.
Estrategia de supervivencia. Extraño mecanismo de defensa ¿o ataque? ¿Filosofía de vida? ¿Venganza?