17 noviembre 2005

La prueba

El celular sonó. Era un mensajito de texto: “Estoy en la puerta”. Sabía que iba a llegar, pero me puse nerviosa. Estaba lista, solo agarre la cartera y bajé. La imagen me resultó conocida: el auto blanco con las luces encendidas y él saludando desde su interior. Me remontó a otras épocas…
Subí, saludé, suspiré ( ¿de nostalgia?). Salimos a recorrer la ciudad, como en “los viejos tiempos”. Hacía dos años que no nos veíamos, aunque nunca hayamos perdido contacto. Durante ese tiempo se ocupó de llamar y escribir con una frecuencia estudiada. Durante ese tiempo me ocupé de de esquivar el encuentro. No es tonto, sabía que lo evitaba. Pero hay personas que tienen constancia y que saben cómo entrar. Estudian al otro, no se espantan fácilmente y saben lo que quieren.
Nunca fui de esquivar, al menos no concientemente. Así que un día me animé “Mirá, todo bien, pero a mi no me da para que pase algo” exclame por teléfono. El respondió con tono amistoso, si de pseudo amigo. Parece que las cosas estaban “claras”, que ahora éramos amigos y yo no me había enterado.
Mi “nuevo amigo” es alguien con quien salí cuatro meses. Con quien me ilusioné de formar algo a pesar de que él ya tenía pareja. Ojo, lo supe desde un primer momento. Pero en aquella época no me importó jugar de suplente. Y, además, ciertas condiciones (su pareja vivía en otra ciudad) me ayudaban a creer que jugaba en primera. Me animé a ver las cosas como eran y a asumir que no coincidían con lo que buscaba… terminamos.
Y ahí estaba, sentada en el auto…otra vez. Después de tanto cintureo, había aceptado. Suelo encariñarme con la gente y al cabo de un tiempo la extraño. Pero creo que esa noche estaba ahí para probarme. Ya había superado varias pruebas con él: terminar, no aceptar durante dos años una salida, no llamarlo… Esta era una mayor.
Paramos en un bar. La noche parecía de verano. Nos sentamos en una de las mesitas de la vereda y compartimos una cerveza. Charlamos. Reímos. Nos miramos. Recordamos aquellas tardes, aquellas noches. Anécdotas de los dos. Escapadas.
Me invitó a conocer su departamento. Si, en el que vivía con su pareja. Las casualidades de la vida: los dos nos mudamos a la misma ciudad. Rechacé la invitación. Me recordó que éramos “amigos”. Otra vez el cintureo.
La noche avanzó. Entre copas dijo: “Qué buena química teníamos” y empezó a argumentar su afirmación, ejemplificó con recuerdos de nuestros encuentros. Yo los tenía presentes, me caracterizo por ser memoriosa. La cosa se acaloraba ( ¿o era yo?).
“Voy al baño” dije. Aunque parezca que huí, de verdad tenía ganas. Cuando volví, charlamos otro rato. Apuré mi último trago de cerveza y di por terminada la noche. Me llevó hasta casa. Me abrazó al saludarme, lo abracé rápido y me bajé.
Cuando me acosté en mi cama sonreí. “Prueba superada”. Pensé muchas cosas: en su pareja, en las parejas, en el amor y los desamores…Me dormí. Si se pudiera elegir qué soñar, hubiese aprovechado a malcriar a mis ratones.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

me fascina la sencillez con q escribis...
admiro la forma en q plasmas lo q t pasa de modo sintetico, con expresiones graficas y palabras justas... tengo muy poca capasidad de sintaxis, es mi gran carma de mi intento x ser "pseudo-escritor"...
calculo q sera algo q mayor lectura y puerta en practica me daran con el tiempo... mientras seguire aprendiendo de lo tuyo...

BESOS ENORMES Y Q MEJORE LA RACHA AMIGA!

17 noviembre, 2005 20:58  
Blogger Damian Sierra said...

Cuac, te felicito si la mision era superar la prueba, es un mundo raro pero sencillo que aunque sea asi...cuesta un monton. Estas cosas aumentan el ratoneo? si es asi..habria que hacerle un monumento a tu "amigo", la paciencia es algo que el 99% de los hombres (me incluyo) no tiene. Exitos en la proxima salida

20 noviembre, 2005 15:01  

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